miércoles, marzo 21, 2012

 

Intento

Lo intenté, juro que lo intenté.

Decía la consigna “escribe un relato sobre algo o alguien que no llega a su destino” y me comencé a estrujar las ideas para inventar una narración, un conjunto de palabras que cumpliera esa meta.

Pero se fue la luz, la computadora se nubló. Mi ánimo también. Me levanté por un café y me senté frente a la ventana del salón a hojear la prensa y a contemplar el gris comienzo del día gracias a una llovizna melancólica.

Luego de una hora decidí escribir al estilo antiguo y fui en busca de un lápiz y unos pliegos de papel. Me costó mucho conseguir lápices, sólo plumas, bolígrafos y marcadores. Los pliegos de papel los arranqué de un libro de dibujos viejo que tenía debajo del DVD.

Tracé el inicio de mi relato, una letra A, pero se rompió la punta del lápiz y, ¡ay señora!, si me costó encontrar un Mongol N° 2 no te quiero contar lo imposible que fue hallar un sacapuntas. Luego de veinte minutos de búsqueda apelé al cuchillo de cocina, ese con el que cortaban latas y zapatos en la TV, y le saqué punta al lápiz y un tajo a mi pulgar.

Luego de la sangre, el alcohol, el lápiz que se cayó en el piso y rodó debajo de la biblioteca, el algodón que no encontraba en el gabinete del baño hasta que recordé que lo había dejado en la cocina para aceitar el abrelatas, el dolor y el enojo, entonces me serené y tomé un bolígrafo negro y mis hojas blancas y me fui a sentar en el balcón.

Por supuesto, no tenía tinta, por eso fue que salieron volando los pliegos tamaño carta totalmente en blanco por el balcón ese día lluvioso, cortado y sin luz. Mi paciencia estalló.

Desairado me preparé un desayuno bien grasoso y un café meloso. Necesitaba nuevas fuerzas para enfrentarme a mi redacción, pero entonces sonó el teléfono. Un amigo me contó largamente sus problemas y me pidió un par de favores de esos que sólo se piden mañaneros y en confianza.

Agarré las llaves para salir pues, para ayudar a mi compinche, y volví a leer la consigna: “escribe un relato sobre algo o alguien que no llega a su destino”.

Lo intenté, juro que lo intenté.

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