lunes, diciembre 18, 2006

 

Lo que dura una taza de café...

Él, parado frente al mostrador, pide un pastelito y un jugo.

Mientras se calienta y se exprime el pedido llega el otro, vestido con franela de rayas ocres, beige, amarillas, jean celeste ruñío, zapatos de goma y una gorra envejecida con un logo irreconocible. Pide un guayoyo pequeño:

- Hermano, tengo que contarte…- le urge al primero, quien con un pequeño sobresalto inquiere curioso

- ¿Sobre qué amigo? – (cara de extrañeza)

- He conocido un portento, hermano, ¡un portento!

- ¿…pero que es...?

- Deja que te cuente – lo interrumpe algo brusco – eso es energía pura…los ojos son unos tizones inquietos, agudos…pero geniales. Tiene una cara que se transforma en un arsenal de emociones cuando te habla. Te dice una frase y la remarca con las manos, los ojos, la boca… ¡subraya sus palabras con el alma!

- ¡Guao! Pero ¿donde fue eso?

- Más arriba de aquí, en ese local pequeño que colinda con la avenida. Allí se oían mis carcajadas hasta la acera de enfrente porque tanto decía y actuaba una payasada ¡y te digo que la actúa! como te hacía un análisis serio con ácido de batería

- ¿Y cuanto tiempo estuviste con ese…eh…portento?

- Lo que dura una taza de café marrón grande

- ¿Y tú le dijiste algo?

- Casi nada…pana, yo lo que estaba era deslumbrado por esa presencia vital derrochando chispa con su voz ronca y rasposa como de viejos compinches

- Y… ¿se van a volver a ver?

- No lo sé. Quizá le vuelva a encontrar por allí…o a lo mejor es conmigo con quien tropieza por casualidad. No importa si es por azar o por acuerdo. Le dije que no me temiera eso sí, que lo que veía y oía es lo que yo soy, ni más allá ni más acá salvo lo que descubra con la confianza o la amistad. Simple y llano como una tapa de alcantarilla.

Paga, le da dos palmadas en el hombro al primero y sale. Me parece que comienza a hablar solo al cruzar la puerta.

Miro al primero interrogante y él me dice:

- ¡Jamás en mi vida había visto a ese tipo!

Me río de buena gana y mientras él mordisquea su pastelito mirando la cafetera y yo limpio la barra echándole el ojo a la mesa 3, ambos pensamos en ese ser que anda por las calles haciendo hablar a los desconocidos.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?