viernes, enero 04, 2008

 

El camino roto

Érase una vez un camino roto, una vertiente por un lado de ese monte de un millón de verdes, grises, marrones, un millón de veces andado cual si no hubiera retorno, con murmullo de cornetas, olor a río sucio, calzada mugrienta. Para otros ojos y oídos y nariz era una vía sufrida pero para mi era aventurero más bien ese paseo. Pero hay cosas colocadas en este mundo que lucen a mi vista como un cuadro pastel mientras que para otros no es más que una naturaleza muerta.

Cruzar la avenida tenía tres variantes simples de ida y tres de vuelta. De ida primero una nube de gente, inquieta, insomne, insólita, que desafiaba el arrollamiento a cada instante y una nube de carros que buscaban alguna víctima aún con la luz roja estampada en sus frentes. Luego venía un semáforo verde con un paso de cebra invisible, tenías que atravesarte obligatoriamente para que el roce de los carros no te tocara. Más allá el cruce más largo y los peligros mayores. En ese sitio se puede aún hoy auscultar la humanidad completa.

De tanta caminata con hambre o con modorra por esa vertiente se me volvió corta y simple, pero al principio era duro dar un paso sin sentir curiosidad por los otros que compartían ese camino día a día. Ajenos al azul del cielo que según ellos se afeaba por la cloaca y la calle (y yo que lo veía tan azul pariendo nubes a cada instante para embellecer aún más el día de sol), indiferentes ante el verdor de los arbolitos que hay salpicados aquí y allá, como estornudados, o ante el panorama que se ve desde el puente con el cual se podría hacer un rompecabezas genial. Para mi visión artística todo eso era una maravilla pero para los demás no era más que una ciudad a la cual odiar.

“Tu eres un perro verde” me espetaron una vez, pero no entendí. Mi tono de pelambre es más bien marrón.

A otro perro con ese hueso.

Etiquetas: , , , , , ,


This page is powered by Blogger. Isn't yours?